sábado, 7 de agosto de 2010

Copy para VEET. Piernas suaves en 3 minutos. (texto para mujeres)

¿Recuerdas cuándo eras una niña y tan sólo te preocupaba tener más muñecas que la vecina de al lado, o de tener más novios que tu compañera de clase, o de poder comer más chocolate que verduras y de que tu hermano mayor no te quitara los juguetes de la habitación?

Ahora te parecería perfecto tener ese tipo de preocupaciones y no de depender de que si vas depilada te puedes poner falda y de que si no te has depilado con unos pantalones ya está bien.

De más mayor esto te preocupaba un poco más, porque en esa difícil edad entre los 12 y los 14 años (puede ser que tú lo hayas vivido antes o incluso después) empiezan a aparecerte esos pelos por el cuerpo que afean esas finas y limpias piernas de muñeca de porcelana que pocos meses atrás lucías sin vergüenza y sin preocupación.

Y ese fatídico día en el que el que alguien de tu clase te señala y dice: “¡mirad, tiene pelos en las piernas!” y la consecuente risotada de los demás. Llegas a casa y te amparas bajo la sonrisa comprensiva de tu madre que te entiende y se siente en la obligación materna de enseñarte las técnicas para hacer desaparecer ese vello que tan poca importancia le dabas, que ni lo habías notado, que no te suponía ningún impedimento para seguir llevando esa faldita de flores estampadas que tu abuela te había regalado y que te gustaba tanto.

Te sentías un poco más mayor que las demás amigas que aún no se habían depilado nunca. Y te gustaba. Te hacía sentir importante. Las mirabas por encima del hombro e incluso te enorgullecías de esas heridas de guerra que producían las cuchillas. Cosa que por descontado nunca harías ahora y tendrías que ponerte pantalones bien largos para disimularlas.

Uno de los peores momentos que recuerdas de tu adolescencia es aquel último día de clase, finales de junio, cuando tenías 17 años y te habías puesto esos pantalones tejanos largos, porque ya llevabas muchas semanas llevando falda y te parecía que causarías impresión llevando pantalones largos.

Además no hacía falta depilarte y eso era también mucho más cómodo. Pero a ti nadie te había avisado que Silvia había organizado una comida de despedida del curso en su casa con PISCINA. No estabas depilada. Sentías que no podías faltar a esa cita, iban a ir todas, y todos claro. No podías faltar. Tenías que sospesar qué pesaba más; si no ir a la reunión social más importante hasta la fecha o ir mostrando esos pelos que hacían tan poco femeninas tus piernas. Evidentemente no podías enseñar esas piernas. Alegaste viaje familiar y que a la próxima no fallarías.

Depilar era palabra tabú para el sexo contrario. Ya que ellos no podían saber que hacías algo para tener esas piernas. Ellos tienen pelos y vosotras no. Eso es así. Por esta razón cuando en las primeras citas con tu primer novio te llamaba y te decía: “Paso por ti en 10 minutos”. No le podías contestar que se esperara porque tenías que depilarte. Qué poco romántico. “Pasa un poco más tarde que mis padres aún están en casa”.
La depilación empieza a formar parte de tu vida, y le das una importancia que antes no concebías que tuviera. Para ti no existen las 4 estaciones del año. No te depilas para no pasar calor y tampoco dejas de depilarte para cubrirte del frío. Si esa falda te sienta tan bien, te hace las piernas tan bonitas y es 14 de enero da igual. Te depilas y te la pones.

Con el paso de los años has pasado de no darle ninguna importancia a esos inofensivos pelos que te crecían en las piernas a hacer de la depilación un tema de conversación con tus amigas y compañeras de trabajo. Aunque más que hablar de la depilación lo hacéis de la mala depilación o de la escasez de la misma.

“¿Habéis visto a Mariví? Cuando anda se le sube un poco la falda y se le ven unos pelos negros que a mi me daría mucha vergüenza enseñar”. Comentas de la nueva secretaria del jefe, que es muy guapa, muy joven, muy simpática pero se depila sólo hasta por encima de las rodillas. Por dios, que horterada.

Ahora cada vez que te acabas de depilar y te pones esa falda que tan bien te sienta te miras orgullosa en los escaparates y en las marquesinas de los autobuses y en todos esos sitios que se reflejan esas piernas tuyas suaves y que cada vez que apoyas el pie en el suelo se te marca el gemelo y piensas “y lo orgullosa que me siento de mis piernas oye”.

No te habrás dado cuenta pero en el tiempo que has tardado en leer este texto te podrías haber depilado y olvidarte de esos pelos que hacen que tus piernas no sean tan suaves.

VEET PIERNAS SUAVES EN 3 MINUTOS.

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