lunes, 15 de febrero de 2010

Memorias de un Focus-Group...


Un cristal de espejo, como el que se usa en las comisarías para identificar a los sospechosos o para interrogar a los que ya son algo más que sospechosos, nos separa de 9 sillones rojos recién sacados del plató del Diario de Patricia. Los sillones, vacíos, nos hacían pronosticar que la espera se perpetuaría en el tiempo.

16:40 y sin señales de vida. A la otra parte de del cristal, nosotros. Como un chiste. Un francés, una colombiana una española y un valenciano esperábamos golpeando el Boli bic contra el bloc de notas que esperaba ansioso ser usado.

16:46 y empiezan a aparecer los protagonistas en la sala de los sillones. Tenemos dos perspectivas distintas de ellos, la directa: los podemos ver a través del cristal-espejo, y la indirecta: vemos y escuchamos todo lo que ocurre en la sala por TV. La imagen que nos ofrecía la TV era la misma que ofrecen esos programas que están las bromas preparadas, o en el peor de los casos las cámaras de seguridad que graban incidentes como robos, atracos o palizas en las puertas de joyerías…

Pues ése era más o menos el escenario en el que nos encontrábamos. Que si ya parecía peculiar, aún estaba por conocer el lado humano de aquella tarde, es decir, conocer a los protagonistas de esta conversación-conducida-interrogación-televisada a la que asistimos aquella fría tarde de diciembre.

En la sala-espejo-jaula-diariodepatricia había 9 personas:

• Mario: moderador, domador del resto de los asistentes. Chico de 33 años, más parecido a Jesucristo por la edad que por la barba recortada y el pelo que le crecía a mitad de cabeza, llevaba unos pantalones de pana, con unas Converse color mostaza caducada y un suéter que según alguno de mis compañeros, no era suéter, sino la misma piel de Mario, ya que el chaval, muy depilado, no iba…
• Alicia: señora normal, de una edad normal, con una cara normal, una voz normal y una ropa normal: tan normal todo que no creo que se merezca mucho más protagonista en las sucesivas líneas.
• Ana: la reina. Sin más. La reina de aquella tarde (más adelante se verá porque). A ella se le atribuyen frases como: “al ajo nena” o “ajo gordo tierno y colorao”. Suéter morado y bolso aplastado entre uno de sus poco atractivos muslos y el mismo sillón. La señora no estaba cómoda. El bolso le estaba ganando la batalla por el espacio en el asiento.
• Carolina: sobran las palabras y las descripciones. No aportó nada. Nada.
• Marimar: si Ana era la reina, os presento a la princesa. No por su belleza de cuento de hadas ni por posición social ostentada. Sino por ser la que le sigue a Ana en cuanto a relevancia y personajismo en aquella tarde. Más adelante se sabrá el porqué. En cuanto a su indumentaria: llevaba más oro en el colgante que los dientes de los protagonistas de Callejeros. Sobran más descripciones.
• Carlos: Se merece un apartado a parte, valga la redundancia. El infiltrado en lo sucesivo era un chico de más o menos la misma edad que Mario y que Jesucristo cuando murió. Calvo, poco elegante y con pose de: losetodoaunquenotenganiputaidea…
• Conchi: Hola Conchi! Sí estamos aquí! Nada, ella a la suya… ella se equivocó de sitio, pensaba que iba a entrar a una zapatería en rebajas o a una despedida de soltera. No se enteró de nada y aportó menos que Ramón Sampedro en un campeonato de bailar Reggaeton.
• Ángel: De semblante intelectual. De semblante, y ya está. Intentaba aportar cosas pero no podía. Nadie sabe el porqué pero nunca terminaba sus frases, alguien del más allá le impedía expresarse libremente… un caso para estudio. Vestuario: gafas… gafas… sólo me acuerdo de que llevaba gafas.
• Jose Luis: Era gay. Que no pasa nada. Pero ya que estamos describiendo a los asistentes pues eso. Este era gay. Grandote, gafas, poco pelo pero blanco. ¿Han visto la película Beethoven? (sí la del perro) no hay más que decir. Hablaba cada 3 cuartos de hora, pero la clavaba.

Empieza el espectáculo: “apagad los móviles” dijo Mario. Nadie lo tenía apagado. Todo el mundo se tuvo que levantar a hacerlo. Apagar el móvil claro está.

Todo esto lo veíamos nosotros desde la otra parte. Era como un Show de Truman de andar por casa.

Primera regla del “juego”, no se puede decir: NO SE. Todo el mundo debe opinar, decir la suya. Las caras empiezan a cambiar. Es como si de repente se te levantaran todas las caritas del Quién es Quién cuando las tenías todas agachadas menos una. “mierda si no digo no se, que co****nes digo?” esa era la frase que se reflejaba en la cara de todos los asistentes.

Mario, como si de un juego de campamento Scout se tratara lanza una magnífica idea al aire: “vamos a jugar a imaginar”. Bien Mario, bien, nadie va a criticar tus métodos. “vamos a jugar a imaginar que vamos a un supermercado en el apartado de lácteos”. Mario, eso no se imagina, se hace. Y a menudo. Que a ti la leche te llegue por sms, o te la mande un superlechero desde la via láctea (nunca mejor dicho) no significa que el resto de los mortales no vayamos al súper a por leche. Pero bueno, imaginado está.

A todo esto hay una presentación de cada uno de los componentes del grupo más patética si cabe que el: “Hola, me llamo Jor… digo… Manuel y soy alcohólico”.

Ya estamos imaginariamente delante del lineal de venta en los lácteos.

TACHÁN!

En un afán por acercarse al mejor espectáculo de Copperfield, Mario quita un velo que cubría distintos briks de leche de diferentes marcas simulando la estantería de un súper. Que espabilado este Mario, hay que ver.

Durante unos minutos eternos el grupo solo hacía que comentarios interesantes y productivos para la marca y para nosotros, así que los omitiré y paso directamente a lo que nos interesa.

Uno de los gestos más ovacionados de la tarde fue cuando Ana (la reina) se levantó para servirse un vaso de agua, que cuando bebió, muy a su pesar, descubrió que era eso, agua.

Mientras esto ocurría Marimar (la princesa) dijo orgullosísima que cuando ella iba a casa de su entonces novio, la madre de éste tomaba la misma leche que ella. Y que todo era porque él se la había recomendado al haberla probado en casa de Marimar. Que bonito es el amor, de verdad…

Llega ahora uno de los momentos cumbre de la tarde, cuando a Mario (olé tus uebos) no se le ocurre otra cosa que preguntar: “¿Si Lauki entrara ahora por la puerta que aspecto tendría?” Por favor Mario… quieres hacer de esto una condena verdad?

La primera en contestar fue como no: La reina, Ana. “Lauki es un señor bajito, gordito con barba blanca y por lo menos de 50 años!!” (pues como ella pero cambiando lo de señor por señora) y sí, lo dijo gritando al mismo tiempo que daba una palmada que sonó 3 manzanas más abajo. Fue cuando Conchi despertó, pero no, se volvió a dormir.

Después de la pregunta de la apariencia física de Lauki vino la de: “¿Y cómo sería Lactel?” Muy bien Mario, tú a lo tuyo…

¿Ya habréis adivinado quién fue la primera en responder no? Sí señores, la más artista de las Supremas de Móstoles, la señora Ana. Y ahora Lactel le parecía un chico delicado, tímido y que vestía de traje oscuro. No te jod…! Ana, ¿qué tomaste?
Se estuvo hablando también del apartado publicitario del producto. Más concretamente del Packaging. ¿Qué imagen, tipografía, color vendería más?

La reina lo tenía clarísimo: transcribo textualmente: “A mi las de 90-60-90 no me dicen nada. Las vacas sí.” No haremos ningún comentario al respecto.

La primera perla de Carlos, el infiltrado, vino a raíz de esta pregunta sobre el Packaging: “pues a mi si me ponen un paisaje de África en un brik de leche me daría asco, prefiero paisajes verdes de Cantabria”: Carlos el tolerante.

Cuando más interesante se ponía la conversación y más atentos estábamos nosotros a lo que ocurría al otro lado del cristal, irrumpió como un trueno un hombre en la sala, que no dijo nada, miró, saludó al francés que no había reconocido en su primera embestida, volvió a mirar y se fue cojeando. Sí, era cojo.

Carolina mientras no aportaba nada iba mirando cada vez más a Carlos, del cual se estaba enamorando y le lanzaba miradas de seducción. Enserio, lo hacía. Ya que no hablaba pues intentaba ligar con el que tenía más cerca.

Sé que está pareciendo un poco desordenado, pero aunque no lo parezca, esto sigue una cronología. Y que la poca luz del lugar, y lo aburrido que era a veces tampoco me permitieron anotar todo todo todo…

Después de este inciso, seguimos.

Ana tenía su propia teoría, la más válida como no, de porqué Lauki cambiaba el nombre a Lactel, y esto es completamente verídico, igual que todo lo anterior aunque no lo parezca. Según Ana: “Han cambiado de nombre porque el señor Lauki murió y los hijos dijeron: Ya está bien con el nombre de Lauki, vamos a ponerle otro, y decidieron Lactel”.

A ver Ana cariño, un nombre o un apellido que sea Lauki… no se que decirte, pero pase. Pero que los hijos estuvieran esperando a que su padre muriera para cambiar el nombre de la marca me parece muy fuerte… ¿no hubiera sido más fácil matarle y así cambiarlo antes? No se, puestos a decir tonterías…

Con una retórica incomprensible incluso para él, el infiltrado intentaba hacerse escuchar por los demás, pero no se daba cuenta que nadie le entendía, pero el seguía, que si “las inversiones de potencias empresariales europeas a capitales variables españoles….” ¿A que no lo entienden? Ni él ni nadie… pues así lo dijo. Si si.

Descubrimos en este momento porque Conchita no decía nada, no es que se hubiera equivocado de sitio ni nada por el estilo, la había dejado el marido! Que cara, pobrecita, normal que no hablara, allí estaba, rodeada de seres ávidos de ser escuchados, intentando captar la atención y ella allí, sola, como en medio de un desierto, sin sombra, sin palmeras, sin agua… nada, sola ante el peligro. (Que la dejara o dejase el marido es una licencia creativa. N del A.)

A continuación vamos a ser testigos de tres momentazos de la tarde:

1: Ángel, que no había dicho mucho ni había sobresalido por nada, se erigió como el copy creativo del grupo: “Lactel es la leche”. Y dicho esto, entre carcajadas de sus semejantes, volvió al letargo.
2: Jose Luís, el gay incomprendido con complejo de peluche descubrió el Show de Truman. Se quedó como 2 minutos mirando a la cámara fijamente. No hace falta que les describa nuestra reacción al ver en la pantalla de TV la cara de esta persona mirándonos fíjamente. Sin palabras.
3: El inflitrado, que tanto sabe, que habla tan bien, que tiene la verdad en su haber soltó esto: “pues Lactel es mucho mejor porque suena a leche, aquí, en cualquier parte de España y hasta en Polonia”. Sí muy señores míos, hasta en Polonia; Amigo Carlos, me he tomado la modestia de buscar leche en Polaco para que vieras solamente las ligerísimas diferencias entre leche y su palabra en este precioso idioma: Leche en Polaco es: MLEKO ¿hace falta que te diga algo más?

“Lauki quiere cambiar de nombre porque se siente maduro, ha cambiado, se ha hacho mayor”, todo esto lo dijo Mario, pero nada que ver con la frase de Ana de: “¿Antes qué era Laukito?”. Y otra palmada para que lo escucharan hasta en Las Ventas.

Mario va descubriendo poco a poco los secretos del cambio de nombre, que no se trata de dos marcas distintas, que no es el nombre para otros productos de Lauki, sino que se ha creado una marca para los mismos productos. ¡Pues no son listos, no! Para Ana no, que le dijo llena de ofensa: “!Eso te lo has inventado tú!” Pobre Mario, su cara iba haciéndose más amarilla y más pequeña, empezaba a parecerse a una bombilla con perilla, que encima rima. Menos mal que esto se iba acabando.

Total que estas 2 horas y 35 minutos sirvieron para que a los asistentes les pareciese perfecto cambiar el nombre de Lauki por el de Lactel porque Président había adquirido a Lauki. Ya lo sé, yo tampoco me he aclarado mucho con esto último, pero fue la conclusión así que a callar y a decir que sí que el profe tiene razón.

No hay comentarios: